En muchas ocasiones nuestros cultivos se ven afectados por quemaduras solares que afectan al aspecto y coloración de frutas y hortalizas, haciéndolas no aptas para su venta en mercados y originando grandes pérdidas para los agricultores, o como poco, un disgusto para los aficionados al huerto en casa.

Entre sus múltiples aplicaciones, la tierra de diatomea se utiliza como protector de rayos solares. La aplicación foliar de la tierra, es decir, disuelta en agua y pulverizada por encima, crea una cobertura blanca que refleja los rayos infrarrojos y ultravioletas.

La acción reflectante de esta capa blanca protege de los golpes del sol en los meses más calurosos, evitando quemaduras y permitiendo un mejor desarrollo del cultivo.

Además, al ser rica en silicio (es su componente más abundante), se reduce el estrés hídrico de las plantas, ya que mantiene la humedad del suelo a la vez que retiene nutrientes. Investigadores afirman también que reduce la compactibilidad del suelo, lo que permite labrarlo más fácilmente.

Sumado a las propiedades que ya conocíamos como fertilizante natural y de control de plagas, nos lleva a una mejor cosecha y por lo tanto a una mayor rentabilidad en nuestros cultivos.